viernes, 24 de agosto de 2012

SENSIBILIDAD...

Antes de hablar de sensibilidad hay que distinguirla de la “sensiblería” que casi siempre es sinónimo de cursilería, superficialidad o debilidad. En realidad el valor de la sensibilidad es la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás.

Para comprender la importancia de este valor, necesitamos recordar que en distintos momentos de nuestra vida hemos buscado afecto, comprensión y cuidados, sin encontrar a ese alguien que muestre interés por nuestras necesidades y particulares circunstancias. ¿Qué podríamos hacer si viviéramos aislados? La sensibilidad nos permite descubrir en los demás a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda.

No pensemos en esa sensibilidad emocional que se manifiesta exageradamente con risas o llanto y tal vez “sintiendo” pena o disgusto por todo. Ser sensible va más allá de un estado de ánimo, es permanecer alerta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Acaso ser sensible es signo de debilidad? No es blando el padre de familia que se preocupa por la educación y formación que reciben sus hijos; el empresario que vela por el bienestar y seguridad de sus empleados; quien escucha, conforta y alienta a un amigo en los buenos y malos momentos. La sensibilidad es interés, preocupación, colaboración y entrega generosa hacia los demás.

La realidad es que las personas prefieren aparentar ser duras o insensibles, para no comprometerse e involucrarse en cosas que califican como fuera de su competencia. Todas las penas y padecimientos de los demás resultan incómodos y molestos, pensando que cada quien tiene ya suficiente con sus propios problemas como para preocuparse de los ajenos. La indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad. 

Lo peor de todo es mostrar esa misma indiferencia en familia, algunos padres nunca se enteran de los conocimientos que reciben sus hijos; de los ambientes que frecuentan; las costumbres y hábitos que adquieren con los amigos; de los programas que ven en la televisión; del uso que hacen del dinero; de la información que reciben respecto a la familia, la moda, la religión, la política... todas ellas son realidades que afectan a los adultos por igual.




SINCERIDAD...

La sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza…Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto parece muy sencillo, pero muchas veces cuesta más de lo que se cree. Se utilizan las ‘’mentiras piadosas’’ para ocultar cualquier cosa que para nosotros es una tontería, pero que en realidad a la persona que mientes haces daño, y esta pequeña mentira que en un principio nos es nada se va haciendo más y más grande hasta que la verdad se acaba sabiendo y sorprendiendo a quien mientes.La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se demuestra por medio de nuestras actitudes.Cuando se aparenta lo que no somos (en la edad, trabajo, amistad…) se tiende a aparentar lo que no se es (más joven, inteligente, educados…) Si se descubre la gran mentira que nos han hecho creer se nos viene a la memoria el refrán: ‘’Dime de que presumes… y te diré de que careces’’ y entonces se produce una gran desilusión ya que se pierden las esperanzas de lo que la persona no es en realidad.También indicar que ‘’decir’’ siempre la verdad con palabras es una parte de la sinceridad, pero también hay que ‘’actuar’’ acorde con la verdad.Para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad la incomoda debemos utilizar las palabras, las expresiones correctas ya que el primer propósito es ‘’ayudar’’ a esa persona, y esto es necesario para que la persona escuché y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.La sinceridad también requiere valor ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga por ejemplo, el no decir la verdad no se puede justificar con no decirlo con el perder una buena amistad o por el concepto que se tiene de la persona.La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.A medida que nos vamos haciendo más mayores, la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse en un elemento básico para vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad



ALEGRÍA...

La palabra alegría deriva del latín alicer-alecris, que significa vivo y animado. Es una de las emociones básicas, junto con el miedo, laira, el asco, la tristeza y la sorpresa. Es un estado interior fresco y luminoso, generador de bienestar general, altos niveles de energía y una poderosa disposición la alegría es una emoción, la acción constructiva, que puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos. La tristeza es la emoción contraria. También se puede definir como el estado de ánimo más confortable por el cual se puede pasar, la tristeza es un factor importante, ya que sin ella no se podría sentir la alegría y según estudios médicos la alegría ayuda a el mejoramiento de la salud . La alegría también para muchos se simboliza con el color cian o amarillo, es también se compara con optimismo o placer, porque si hay alegría hay placer y optimismo.



CAMBIO...

 
Todo cuanto existe se propaga a través del tiempo en una sucesión de estados más o menos similares pero que nunca son absolutamente idénticos.
El cambio es la transformación de un estado anterior hasta su estado posterior, que le sucede.
 
Mañana ya seremos algo distinto de lo que somos ahora mismo.
 
Cada transformación implica no sólo una modificación interna, sino también un reajuste con el entorno exterior, que también se está transformando.
De esta manera, el estado ulterior responde al efecto resultante de modificaciones internas y externas.
 
El cambio es el aspecto más importante de nuestra existencia porque es a través de él que llegamos a ser lo que somos en cada momento y lo que nos permite permite ir a más o por el contrario lo que nos conduce a venir a menos.
Hay cambios que acontecen deprisa, como un mazazo y modifican nuestra existencia súbitamente, en tanto que hay otros muy lentos que nos esculpen silenciosamente con el paso de los años.

 
 
 

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